Consejos de vida frugal de la Gran Depresión

vida cotidiana frugal

Aunque muchos confían en las herramientas modernas para gestionar el dinero, en la historia se pueden encontrar lecciones fundamentales sobre la elaboración de presupuestos. La Gran Depresión obligó a la gente a abrazar la frugalidad, no por elección sino por necesidad.

En Simply On Budget, no tenemos nada en contra del uso de herramientas modernas para gestionar el dinero. De hecho, hemos desarrollado varias hojas de cálculo presupuestarias fáciles de usar para ayudarte a empezar tu viaje hacia la vida frugal.

Las lecciones de la época ofrecen formas prácticas y eficaces de controlar las finanzas, reducir el despilfarro y desarrollar la resiliencia. Adoptar esta mentalidad puede ayudarte a afrontar tus retos financieros y a alcanzar objetivos como saldar deudas, ahorrar para un pago inicial o vivir de forma más intencionada.

Exploremos algunos de estos consejos de vida frugal de la Gran Depresión y veamos cómo podemos aplicarlos a nuestra vida moderna.

La filosofía “Úsalo, úsalo, hazlo o prescinde de él”.

Esta frase era demasiado conocida durante la Gran Depresión. Representa un poderoso enfoque del consumo en cuatro pasos que puede cambiar radicalmente la forma en que gestionas tus recursos y tu presupuesto. Se trata de ser intencionado con cada artículo que posees y cada dólar que gastas.

1. Úsalo

Este es el primer paso y el más importante. Es el simple acto de utilizar lo que tienes en todo su potencial antes de pensar siquiera en sustituirlo.

  • En la cocina: Así no se desperdiciaba comida. Las sobras de verduras y los restos de carne se guardaban para hacer sopas, guisos o caldos. El pan duro se convertía en pan rallado, picatostes o budín de pan. Las cáscaras de fruta se cocían a fuego lento con azúcar para crear siropes sencillos. Hoy en día, puedes adoptar esta costumbre haciendo una comida semanal de “limpieza del frigorífico”, en la que te pones creativo con las sobras en lugar de pedir comida para llevar. También puedes aprender a regenerar los restos de la cocina, como cebollas de verdeo, apio y lechuga.
  • Enseres domésticos: Se utilizaba una pastilla de jabón hasta que se convertía en una astilla diminuta y difícil de agarrar. Esas astillas se recogían en una bolsa de malla para utilizarlas hasta que se disolvieran por completo. Los tubos de dentífrico se estrujaban y se aplanaban para extraer el último trozo de contenido.

2. Desgaste

En una época sin moda rápida, la ropa era una inversión importante. La gente compraba prendas duraderas y las usaba hasta que no se podían reparar. ¿Buscas un pasatiempo útil que te enseñe habilidades valiosas? Lee nuestra 25 aficiones creativas que debes probar artículo.

  • Remiendos y parches: La gente realmente remendaba sus pertenencias rotas o desgastadas, en lugar de tirarlas y sustituirlas por completo. Aprender técnicas básicas de costura es una forma fantástica de alargar la vida de tu vestuario. Un sencillo kit de costura es una inversión asequible que puede ahorrarte cientos de dólares con el tiempo.
  • De segunda mano: La ropa se transmitía de padres a hijos e incluso entre vecinos. Aunque no quieras los vaqueros viejos de tu primo, el concepto de economía circular es más pertinente que nunca. Participa en intercambios de ropa con amigos, o compra y dona en tiendas de segunda mano.

3. Hacerlo

Este paso tiene que ver con el ingenio. Cuando algo se rompía, la primera pregunta no era “¿Dónde puedo comprar uno nuevo?”, sino “¿Cómo puedo arreglar esto?”.”

  • Reparaciones de bricolaje: La gente se convertía en reparadora aficionada de todo, desde electrodomésticos hasta zapatos. Las suelas desgastadas se reparaban en casa con trozos de cuero o incluso neumáticos viejos. Los muebles rotos se pegaban, clavaban o reforzaban. Hoy en día, con innumerables tutoriales de YouTube a nuestro alcance, disponemos de un recurso increíble para aprender a reparar casi cualquier cosa. Antes de cambiar una silla que se tambalea o un electrodoméstico defectuoso, busca una guía de reparación.
  • Reutilización: Cuando un objeto ya no podía cumplir su función original, se le daba una nueva vida. Los sacos de harina eran un buen ejemplo. Hechos de algodón estampado, se lavaban, se blanqueaban y se cosían para confeccionar vestidos, delantales, colchas y cortinas. Las sábanas viejas se convertían en trapos de limpieza. Los tarros de cristal se lavaban y se utilizaban para hacer conservas o almacenar alimentos. Piensa en lo que puedes reutilizar antes de reciclarlo o desecharlo. Los tarros de cristal de salsa para pasta son perfectos para almacenar cereales a granel o para preparar el almuerzo.

4. Hacer sin

Esta es quizá la parte más difícil pero más impactante de la filosofía. Se trata de evaluar honestamente los deseos frente a las necesidades. Si buscas formas de reducir la cantidad de objetos en tu casa, lee nuestro artículo Minimalismo y dinero: Cómo poseer menos ahorra más.

  • Retraso en la gratificación: Si no tenías dinero para algo, simplemente no lo comprabas. El crédito no estaba muy extendido, por lo que el endeudamiento no era una opción para la mayoría de las familias. Esto obligaba a la gente a ahorrar para las compras y a considerar seriamente si un artículo merecía la pena. Intente aplicar la regla de los 30 días para las compras no esenciales. Si al cabo de un mes sigue queriendo el artículo, puede reconsiderar su compra. A menudo, las ganas habrán pasado.
  • Encontrar entretenimiento gratuito: Las familias no podían permitirse ir al cine o a conciertos. En su lugar, se reunían en torno a la radio para escuchar programas, jugaban a juegos de mesa y cartas, hacían picnics en el parque o visitaban a sus vecinos. Así se creaban fuertes lazos comunitarios y se entretenían sin coste alguno. Puedes aplicar esta idea explorando los parques locales, organizando una comida con los amigos o buscando actos comunitarios gratuitos en lugar de optar siempre por costosas salidas. Hay muchas otras formas puedes ahorrar dinero cada mes.

Cultivar y conservar sus propios alimentos

Una de las formas más significativas de que las familias estiraran sus presupuestos era controlando su fuente de alimentos. Los huertos de la victoria, como se llamaron más tarde durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtieron en un elemento básico de la vida.

5. El huerto

Incluso una pequeña parcela de tierra podía producir una cantidad sorprendente de alimentos. La gente cultivaba verduras resistentes y de alto rendimiento, como patatas, judías, calabazas y tomates. No eran jardines ornamentales, sino parcelas de supervivencia.

  • Empieza poco a poco: No necesitas un jardín enorme para empezar a cultivar un huerto. Muchas hortalizas y hierbas crecen de maravilla en macetas en un balcón o patio. Empieza con algo fácil, como lechuga, espinacas o hierbas como albahaca y menta. Unos pocos ingredientes frescos pueden mejorar tus comidas y reducir la factura de la compra.
  • Centrarse en cultivos de alto valor: Piensa en los productos más caros que puedes comprar en la tienda. Las hierbas frescas, los tomates cherry y las verduras para ensalada pueden ser caros, pero son relativamente fáciles de cultivar en casa.

6. El arte de enlatar y conservar

De nada servía una cosecha abundante si no aguantaba el invierno. Las conservas se convirtieron en una habilidad esencial en todos los hogares. Las frutas se convertían en mermeladas y jaleas, mientras que las verduras se encurtían o enlataban para disfrutarlas meses más tarde.

  • Conservación moderna: Aunque el enlatado tradicional al baño maría sigue siendo una gran habilidad, puedes empezar de forma más sencilla. La congelación es una forma sencilla de conservar productos, desde bayas hasta verduras troceadas. También puedes probar a hacer encurtidos de nevera o mermeladas de fruta sencillas que no requieren complejos procedimientos de enlatado. Aprender estas técnicas te ayudará a aprovechar las rebajas o a utilizar todo lo que encuentres en tu huerto, reduciendo así tu presupuesto para alimentos.

Cocina y repostería caseras

Los alimentos precocinados eran un lujo que pocos podían permitirse. En realidad, casi no existían, y desde luego no en la forma en que los tenemos hoy. La mayoría de las comidas, si no todas, se hacían desde cero con ingredientes básicos y baratos.

7. Hornear su propio pan

Una barra de pan era un alimento básico, pero comprarlo a diario suponía un gasto. Mucha gente elaboraba su propio pan una o dos veces por semana. Sólo se necesitaban ingredientes sencillos: harina, agua, sal y levadura. No sólo era más barato, sino también más saciante y nutritivo.

  • Pruebe una receta sin amasar: La idea de hornear pan puede intimidar, pero las recetas modernas lo han hecho increíblemente sencillo. Las recetas de pan sin amasar requieren sólo unos minutos de tiempo activo y producen un pan delicioso y crujiente por una fracción del coste de un pan artesano comprado en la tienda.

8. Platos de una sola olla

Para ahorrar combustible y esfuerzo, las comidas de una sola olla eran muy populares. Se preparaban estofados, sopas y guisos con cortes de carne baratos (o sin carne), tubérculos y alubias. Estas comidas llenaban, eran nutritivas y dejaban sobras para el día siguiente.

  • Aprovecha tu olla de cocción lenta o Instant Pot: Estos modernos aparatos son perfectos para recrear la tradición de la comida en una sola olla. Puedes utilizar cortes de carne más duros y económicos, que quedan deliciosos tras horas de cocción lenta. Añade algunas verduras y legumbres, y tendrás una deliciosa cena esperándote por la noche.

9. Un legado de resiliencia

La Gran Depresión demostró que los hábitos ingeniosos fomentan la seguridad y el control financieros. Adoptar estas prácticas ayuda a reducir gastos y a construir una resistencia duradera, capacitándote para gestionar el dinero en cualquier situación.

No hace falta que empieces a zurcir todos los calcetines ni que renuncies a todas las comodidades modernas. En lugar de eso, elige una o dos de estas ideas y domínalas primero. Planta un pequeño huerto. Aprende a hacer pan. Arregla esa lámpara rota en vez de tirarla. Rechaza la cultura del usar y tirar en la que nos hemos convertido. Cada acto de frugalidad es un paso hacia un mayor control financiero. Vivir con intención. Estas lecciones de nuestros abuelos y bisabuelos no tienen que ver con la privación, sino con el aprecio, el ingenio y la tranquila satisfacción de aprovechar al máximo lo que se tiene.

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